Discriminación en un mundo pequeño

Todos somos iguales, la diferencia no está en el color de la piel, el lugar de nacimiento o su credo, sino en las virtudes de cada quien. Puesto que los seres humanos somos imperfectos, es necesaria la tolerancia y bondad de los demás y al mismo tiempo ejercerlas con claridad y aplicadas a nuestra realidad.

La discriminación es, una de dos, principalmente de las armas que tienen los mediocres para querer, sin lograrlo, sobresalir de los demás. La otra es el infundio, la mentira. Ambas despreciables.

Por más que el tiempo y con él, los avances en casi todo lo que tienen que ver con la tecnología y ciencia y que, nos brinden los avances de la modernidad, la costumbre del linchamiento en discriminar sigue siendo la costumbre de muchas personas, aun cuando ellas mismas, adopten posturas públicas en defensa de los derechos humanos de los demás.

La discriminación es uno de los grandes problemas que se enfrenta la humanidad desde hace muchos tiempo, pareciera que está en el ADN de algunas personas. Cierto que en antaño era tomada esta práctica, hasta como algo natural; ahora la mentalidad humana se crearía ha evolucionado como para fomentar la tolerancia entre los seres humanos pero que, muchos, en el afán de ser protagónicos, adoptan solo posturas de discurso y, en la hora de la verdad dejan ver su verdadero desprecio por sectores de la humanidad.

No sólo los eventos trágicos de los Estados Unidos cimbran la conciencia de lo apartado que se siente la sociedad; en nuestro propio México, tenemos ejemplos en demasía. Un lastre que se impone cargar, cuando muchos quienes hijos de padres nacidos en el extranjero o, habiendo vivido por años en nuestro país, por la sola apariencia, son estigmatizados con vituperios incongruentes de quienes en el discurso se erigen en defensores de los derechos humanos y en la realidad, aún sin información, pululan queriendo vivir de la incongruencia.

Por esto, nunca está de más examinar nuestro fuero interno y, ver qué tan real es la lucha personal por la no discriminación social. Esta, una de las más comunes que existen, siendo aquella que atenta contra la persona por su condición socioeconómica, cultural, por sus grupos de preferencia o, por el solo hecho de ser y pensar diferente. Es uno de los tipos más comunes de segregación que existen.

Cuando vemos los crímenes de odio que se fomentan a través de estas conductas que se comenten en la incongruencia de las personas, ellas, en realidad son brutalmente diferente y, creemos que en nuestro país no suceden cosas así. Que equivocados están quienes piensan que jamás serán descubiertos en sus intenciones malignas.

Más aún, la mala costumbre de no leer o, de analizar de muchas personas, los orillan, consciente o, inconscientemente, a tomar decisiones equivocadas y, con ello, atropellos a inocentes.

Nadie nace odiando a otra persona por su color, su origen o su religión. Así se ha comentado muchas veces, la gente tiene que aprender a odiar pero también, se puede aprender a amar, espacialmente para quienes practican las diferentes religiones basadas en el amor todas ellas y no en el odio.

El mundo se hizo pequeño, lo habitamos ya sin fronteras. Ningún país es realmente autónomo ni independiente, ninguno tampoco tienes a sus fundadores originales, todos han muerto. Hoy somos la humanidad la que tenemos que convivir a través de la tolerancia y la congruencia, no de la hipocresía.

El racismo florece en la ignorancia y, patente de ello es quienes lo ejercen aún, en discordancia con sus discursos mediocres.

@jaimechalita

Dr. Jaime Chalita Zarur

Mar Charbel Hospital.

San Luis Potosí, S.L.P. / Agosto 29 de 2017.

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