Testar para no detestar

 

Por alguna razón quienes ya tenemos cierta edad tendemos a creer que las cosas empeoran, es decir, siempre aseveramos que nuestro tiempo fue mejor, seguramente mi padre siente lo mismo y mi abuelo en su momento pensó lo mismo con mi papá, así como yo ahora con mis hijos, esto, en lo relativo a la pérdida o degradación en cuanto a valores, por otro lado habrá quien asegure que los valores se transforman, otros que se pierden, o bien, que las prioridades y las percepciones cambian según donde vaya perfilando la sociedad.

En un mundo donde las luchas religiosas, ideologías y asuntos similares cada vez son menos frecuentes, salvo lamentables excepciones como las que promueve el desequilibrado residente de la casa blanca, vivimos en un mundo mucho más tolerante, ahora la guerra es en cuanto a los derechos, el niño que merece ser adoptado o el adulto que quiere adoptar, la persona que quiere recibir una pensión sin tener que contraer nupcias, o la denominación de familia.

En este límite social donde la familia como estereotipo tradicional empieza a discurrir con diversas acepciones y donde precisamente la diversidad lucha constantemente por sentar sus reales, aún y con las notas discordantes en el tópico de que es en realidad una familia, seguimos entendiendo que ese vínculo social es el lazo más importante de cualquier sociedad, ya sea en Oriente Medio o Centroamérica, la familia siendo la forma de organización más primitiva resulta ser hasta hoy la más sólida.

El testamento como instrumento de concordancia social ha sido sobradamente eficaz, a las personas nos unen lazos afectivos, pero también de cooperación, esfuerzo, compromiso, trabajo, responsabilidad, solidaridad, y por supuesto gratitud, muchas familias construyen el patrimonio de manera colectiva y van creando núcleos nuevos con el pasar de los años, desde el matrimonio que empieza un modesto negocio hasta los afortunados nietos que pueden disfrutar del esfuerzo de sus ascendientes, en conclusión la familia es el núcleo primario de la economía global, por tanto la previsión y precaución de tomar decisiones sobre el caudal obtenido debería ser una obligación para cualquier familia.

A diferencia de muchos otros instrumentos jurídicos que imponen ciertas cualidades a quienes pueden o deben disfrutar de ciertos derechos, la capacidad para testar y la de heredar son en verdad de fácil acceso, no obstante la gran importancia que envuelve el testamento, es uno de los documentos de más fácil confección, no existe mayor limitación que la de encontrarse en plenitud de facultades y disponer libremente de sus bienes, con la precaución de no olvidar a los acreedores alimentarios si los hubiera pero en lo demás no habrá mayor conflicto, los herederos podrán disfrutar con agrado lo que el testador ha dispuesto, aún y cuando no exista un documento o papel que le vincule sanguínea o legalmente al autor de la herencia, es decir es un documento de alta liberalidad.

No existe patrimonio por pequeño que parezca que no pueda ser motivo de discusión o discordia entre los posibles herederos, el cariño o el amor son difíciles de medir, al menos en términos económicos siempre parecerá inmoral tasar tales sentimientos, por lo tanto una gran muestra de responsabilidad pero sobre todo amor, será la de intentar evitar en la medida de lo posible conflictos entre las personas que más apreciamos; faltan unos cuantos días para la campaña SEPTIEMBRE y OCTUBRE meses del TESTAMENTO y es una buena oportunidad para elaborar o modificar las disposiciones que se habrán de cumplir para después de nuestra muerte, si no queremos que nuestros hijos detesten el parentesco, hay que testar.

HUITZI ORTEGA PÉREZ / Tepantlahtoani / San Luis Potosí, S.L.P. / Agosto 29 de 2017.

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