¿Ya valió?

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Anoche en un viaje me atacaron por la espalda, digamos. “Ese cuate —gimió uno de ellos— no me cae bien… como que critica y luego como que no”. Entonces me cambié de lugar pues no le vi sentido a discutir con alguien que parece estar en contra de todo o, en especial, de quien no piensa igual que él.
Tendrá sus razones, y yo tengo las mías, pero nunca se me ocurriría exigirle que piense como yo. Miren, si me leen y me critican no hay problema, mientras se guarde cierto respetillo… con o sin buenos cuestionamientos. Peor, para mí, es que no me lean o me ignoren.
En fin, resulta que México se encuentra ante la amenaza real de un fiero ‘orangután albino’, que no se conmueve con razonamientos ni se espanta con mentadas.
Gobierno y sociedad estamos como anestesiados (o sea, apendejados) ante esas amenazas del nuevo presidente de Estados Unidos. Hay quienes dicen que “no va a pasar nada, pues lo van a matar”, pero créanme que esa no es la solución y hasta puede ser contraproducente.
D.J. Trump es un hombre que, en su soberbia, no escucha más que a los que piensan como él. Eso habrá de ser negativo inclusive para los que acostumbran ganar por cualquier vía… y se pueden llevar entre las patas a muchos otros.
Ante la pésima noticia de la llegada al poder de alguien acompañado por una gran cantidad de antimexicanos y anti-economistas, se tambalea la lógica integración económica de América del Norte.
En la dependencia mutua entre los dos países se puede resaltar, por ejemplo, que millones de empleos en las dos naciones dependen de su socio en el TLC y que México es el segundo importador de productos estadounidenses en el mundo (después de Canadá). Incluso le compramos más a ese país que Japón, Alemania y Corea del Sur juntos.
Con todo, oigan, si bien adquirimos el 15% de las exportaciones de Estados Unidos, ellos compran el 81% de lo que nosotros vendemos al mundo. Entonces, aunque afecte a nuestros vecinos, un bajón en el intercambio sería mortal para nosotros. En verdad, hemos llegado a ser muy vulnerables.
Aun en el caso de que el tratado no se derogue ni modifique drásticamente, la incertidumbre de meses o años de negociación y chantajes podrá alejar de México muchas inversiones con empleos que nos interesan.
Además de lo del TLCAN, es una pena que haya aparecido el peor proteccionismo cuando se tenía la excelente perspectiva del TPP, el Acuerdo de Asociación Transpacífico, que está siendo reconocido por el Senado de la República y ya no incluirá a nuestro relevante vecino.
Hace poco a Obama le comentó Angela Merkel, esa notable antítesis alemana del payaso Trump: “Lo que nos une es la convicción común de que la globalización tiene que ser organizada en términos humanos y políticos, pero no hay vuelta atrás a los tiempos de antes de la globalización”.
En lugar de “buena vibra” y otras motivaciones, necesitamos estrategias realistas ante los peores escenarios… si no se materializan, claro, habrá unas menos tajantes. También se requieren muestras de unidad y pactos o acuerdos nacionales, pero es lamentable que no hay confianza en el liderazgo de un presidente con 25% de aprobación entre escándalos de corrupción, tanto propios como de sus amigos gobernadores.
Muchos tampoco creen en la autoridad federal en lo interno ni en las relaciones exteriores con sus campañas de imagen y consulados muy débiles. México y EPN están en un aprieto y no se aprecian reacciones congruentes.
Ahora lo peor, a nivel federal y estatal, es que se pretende nombrar fiscales generales que no acreditan mínimos de independencia para actuar en contra de la corrupción y la impunidad. Podrán ser abogados muy queridos y muy aptos para ciertas cosas, pero los sistemas anticorrupción son demasiado importantes.
Así, para el 2018 las perspectivas del PRI son tan pobres, como sobradas resultan las ingenuidades del PAN o el PRD o Morena con su “reino de justicia… en la tierra”. Los ciudadanos están hastiados aunque muchos pueden sentirse atraídos por las ofertas populistas de milagros sin costo.
* LOS FEMINICIDIOS EN SAN Luis Potosí se desbordan aún más en tanto prevalece un alto grado de impunidad general y las autoridades no generan confianza ni siquiera en sus esfuerzos ante la inseguridad, lo cual puede darse por razones ajenas a esos empeños tan bien intencionados.
La mujer es lo más bello del universo. Y las agresiones contra ellas, así como sus remuneraciones menores con respecto a hombres del mismo nivel, son mucho más importantes que esas batallas lingüísticas que se buscan por ahí. La visibilidad y la atención resultan cruciales cuando se trata de hechos graves y avances urgentes.
* “¿QUÉ DERECHO TIENE UN señor o señora de creer que por escribir una columna tenemos que creer que es verdad lo que dice?” Este cuestionamiento fue formulado por José Saramago (1922-2010), periodista y más adelante escritor que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1998.
Un servidor ni siquiera es periodista, pero sí creo que los opinólogos o plumíferos que tenemos la oportunidad de escribir en los periódicos y las redes sociales, debemos ser cuidadosos y responsables. Los artículos “de opinión” suelen tener un carácter personal y usualmente no recogen consensos ni hechos o hallazgos comprobados.
Claro, interesan la seriedad y los alcances del columnista, pero también los posibles límites y sesgos del lector… siempre habrá riesgos de distorsiones de los dos lados. Acaso tratamos de ayudar un poquito con la orientación de sus brújulas, y eso de acuerdo a nuestra visión de las cosas… el receptor puede tomar lo que le convenza y desechar lo demás. Viene a ser, pues, un ejercicio de libertad de ambas partes.
Mientras mejor documentada esté con datos y argumentos sólidos, más creíble será una columna. Pero, bueno, en materia de opiniones no se trata de verdad o de mentira, sino de formas de pensar. Y es muy grave que, en algo importante, alguien intente engañar de manera deliberada… distinto es que sólo insertemos un poco de ficción al inicio del artículo para jalar la atención del lector, digamos.
CARLOS PÉREZ GARCÍA / Opinión / San Luis Potosí, S.L.P.

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