Semana Santa sin fieles por el Covid-19; la vida no sirve, si no se sirve

 

El mundo ha cambiado en unos cuantos días. El Papa Francisco inicia Semana Santa sin fieles por Covid-19. El papa Francisco ha dado hoy inicio a los ritos de la Semana Santa con la celebración litúrgica de un Domingo de Ramos especial, pues ha tenido lugar en el interior de la Basílica de San Pedro y no en la plaza vaticana, como es habitual, y no ha contado con fieles por la crisis del coronavirus.

En el periódico REFORMA, estuve Leyendo un fragmento del libro Plaza de Almas de Armando Fuentes Aguirre (Catón) y de un artículo del padre Pablo Arce Gargollo, capellán de una prestigiosa universidad, y me conmovió el artículo del padre Arce, bien escrito, bien pensado, bien sentido, me gustó tanto que voy a presentar aquí algunas reflexiones del mismo, el texto de mi amigo es para leerlo despacio, y para meditarlo. Helo aquí.

El mundo ha cambiado en unos cuantos días, la vida antes del coronavirus es nostalgia y melancolía; la que vendrá después se ahoga tosiendo incesante, hay miedo, fatiga y molestia, apareció un rayo de esperanza, pero trae truenos, centellas y fulgores; un hombre, vestido de blanco, habló al mundo entero.

La majestuosa plaza oval de San Pedro, vacía, fue el único testigo, llegó a paso lento, el corazón encendido, cargando años de sabio pastor.; sotana sencilla, sin abrigo ni paraguas, dando cara a una lluvia fría, los ojos al cielo. Francisco habló pausado, sereno, con fuerza, sin miedo, nos metió en una barca, dibujó el temporal, preguntó por el miedo, mostró nuestros fallos, nos enfocó de nuevo, animó a nuestros héroes, bendijo a todos.

Esperanza de nuevo, en barca añeja y nueva estamos todos, frágiles, desorientados, necesarios e importantes todos, a remar todos juntos; dibujó la nueva tormenta, las densas tinieblas van cubriendo todo, parálisis en plazas, calles y ciudades; silencio que ensordece, un vacío desolador, algo palpita en el aire, son gestos, son miradas. ¡Qué horror! Un grito unánime. ¡Pereceremos! En la popa, lo primero que se hunde, duerme Dios. Hay que despertarlo, nos urgió el Pastor.

En el fondo, nadie ha dejado de creer en Él, todos le preguntan: ¿No te importa que nos hundamos? ¿Qué será de nosotros, de la economía, de mi posición? Despierta, Dios, nos habla su vicario, quien hace sus veces, o, si prefieres, un líder, nos pregunta: ¿Por qué tienen miedo? Piensen, tratemos de entenderlo, esta tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad, deja al descubierto las falsas, las superfluas seguridades con las que construimos agendas, proyectos, rutinas y prioridades.

Aquí están los efectos de quienes quisieron borrar el alma de nuestros pueblos, de quienes pretendieron anestesiarnos con promesas de paraísos siempre fallidos, ahí están los resultados. Nos quedamos sin la inmunidad necesaria para enfrentar la adversidad. ¡Bendita tempestad! Se cayó el maquillaje, siempre querer aparentar, nos sentimos fuertes, capaces de todo, qué codicia, qué ganancia.

Absortos por lo material. Escucha, no seas sordo, eres tú quien no despierta. ¿Cuántas guerras e injusticias, el lamento de los pobres, un planeta enfermo que se agita, esta prueba es momento de elección, es tu juicio; elige entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, separa lo necesario de lo que no lo es, llegó el tiempo de restablecer el rumbo de la vida, de encontrar a Dios en los demás, nadie se salva solo. Agradezco las palabras del padre Arce, me ayudaron a dar significación a lo que parece no tener sentido.

No seas sordo. Eres tú quien no despierta. Es muy lamentable ver que vecinos, amigos, conocidos y familiares no obedecen las indicaciones de esta contingencia por la Pandemia del COVID19. Familias completas en supermercados con niños y bebés, mis contactos de Facebook en restaurantes, paseando o visitando a los abuelos. Veo que los únicos preocupados y con miedo somos los mismos trabajadores del Sector Salud.

Tal vez porque vemos día a día a pacientes con enfermedades respiratorias agudas, con necesidad de apoyo ventilatorio, pacientes agonizando, vemos cómo cambia el semblante de una persona cuando ya no tiene vida. Sabemos lo grave que es estar aislado y lo peligroso de estar en un hospital con falta de material, de medicamentos, aparatos médicos deteriorados, instrumentales en mal estado.

Esperemos que no nos vayan tan mal a todos nosotros colegas, porque es muy difícil llegar a una guerra sin armas. Espero llegar a mi centro de trabajo, ofrecer mis servicios y poder regresar a salvo a casa. Me da mucho miedo tener que quedarme aislada(o) junto a otra persona que no obedeció y tomó todo esto a la ligera, como un juego, una exageración. Dios nos proteja, pero tu quédate en tu casa.

Sabes, cada vez que reflexiono en todo lo que me hace sentir mal cuando veo la deshonra del hombre ante las nuevas amenazas, en esos momentos, ¿Me siento llamado a respetar, defender, amar y servir a toda vida humana? Pero, ¿Qué puedo hacer al respecto en concreto? 3. Cada persona, precisamente en virtud del misterio del Verbo de Dios hecho carne (cf. Jn 1, 14), es confiada a la solicitud materna de la Iglesia.  Por eso, toda amenaza a la dignidad y a la vida del hombre repercute en el corazón mismo de la Iglesia, afecta al núcleo de su fe en la encarnación redentora del Hijo de Dios, la compromete en su misión de anunciar el Evangelio de la vida por todo el mundo y a cada criatura (cf. Mc 16, 15).

En la Introducción de la Encíclica Evangelium Vitae (25 marzo 1995), de San Juan Pablo II, menciona que ya el Concilio Vaticano II, en una página de dramática actualidad, denunció con fuerza los numerosos delitos y atentados contra la vida humana. A treinta años de distancia, haciendo mías las palabras de la asamblea conciliar con idéntica firmeza los deploro en nombre de la Iglesia entera, con la certeza de interpretar el sentimiento auténtico de cada conciencia

recta: Todo lo que se opone a la vida, como los homicidios de cualquier género, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario; todo lo que viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas corporales y mentales, incluso los intentos de coacción psicológica.

Todo lo que ofende a la dignidad humana, como las condiciones infrahumanas de vida, los encarcelamientos arbitrarios, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; también las condiciones ignominiosas de trabajo en las que los obreros son tratados como meros instrumentos de lucro, no como personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes son ciertamente oprobios que, al corromper la civilización humana, deshonran más a quienes los practican que a quienes padecen la injusticia y son totalmente contrarios al honor debido al Creador» (Gaudium et spes).

Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito y —podría decirse— aún más inicuo: amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias.

En la actualidad, todo esto provoca un cambio profundo en el modo de entender la vida y las relaciones entre los hombres. El hecho de que las legislaciones de muchos países, alejándose tal vez de los mismos principios fundamentales de sus Constituciones, hayan consentido no penar o incluso reconocer la plena legitimidad de estas prácticas contra la vida es, al mismo tiempo, un síntoma preocupante y causa no marginal de un grave deterioro moral.

Opciones, antes consideradas unánimemente como delictivas y rechazadas por el común sentido moral, llegan a ser poco a poco socialmente respetables. La misma medicina, que por su vocación está ordenada a la defensa y cuidado de la vida humana, se presta cada vez más en algunos de sus sectores a realizar estos actos contra la persona, contradiciéndose a sí misma y degradando la dignidad de quienes la ejercen.

En este contexto cultural y legal, incluso los graves problemas demográficos, sociales y familiares, que exigen una atención responsable y activa por parte de las comunidades nacionales y de las internacionales, se encuentran expuestos a soluciones falsas e ilusorias, en contraste con la verdad y el bien de las personas y de las naciones.

El resultado al que se llega es dramático: si es muy grave y preocupante el fenómeno de la eliminación de tantas vidas humanas incipientes o próximas a su ocaso, no menos grave e inquietante es el hecho de que a la conciencia misma le cueste cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor fundamental mismo de la vida humana. Hoy una gran multitud de seres humanos débiles e indefensos, como son, concretamente, los niños aún no nacidos, está siendo aplastada en su derecho fundamental a la vida.

Si la Iglesia, al final del siglo pasado, no podía callar ante los abusos entonces existentes, menos aún puede callar hoy, cuando a las injusticias sociales del pasado, tristemente no superadas todavía, se añaden en tantas partes del mundo injusticias y opresiones incluso más graves, consideradas tal vez como elementos de progreso de cara a la organización de un nuevo orden mundial.

La presente Encíclica, fruto de la colaboración del Episcopado de todos los Países del mundo, quiere ser pues una confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!

Papa Francisco inicia Semana Santa sin fieles por covid-19. El papa Francisco ha dado hoy inicio a los ritos de la Semana Santa con la celebración litúrgica de un Domingo de Ramos especial, pues ha tenido lugar en el interior de la Basílica de San Pedro y no en la plaza vaticana, como es habitual, y no ha contado con fieles por la crisis del coronavirus. “El drama que estamos atravesando nos obliga a tomar en serio lo que cuenta, a no perdernos en cosas insignificantes, a redescubrir que la vida no sirve, si no se sirve.

Porque la vida se mide desde el amor. De este modo, en casa, en estos días santos pongámonos ante el Crucificado, que es la medida del amor que Dios nos tiene”, dijo Francisco durante la homilía. Acompañaron al papa solo un reducido grupo de religiosos, que respetaron en todo momento la distancia de seguridad, y la liturgia se celebró en el altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro, y no bajo el baldaquino. Esta será una Semana Santa particular que Francisco celebrará sin fieles y quienes quieran participar tendrán que hacerlo desde sus casas, a través de los medios de comunicación o las redes sociales.

La emergencia del coronavirus, que en Italia ha causado más de 15 mil muertos, ha obligado al Vaticano a adoptar medidas de prevención para evitar contagios y ya en marzo se decidió cerrar la plaza y la basílica vaticanas de forma temporal. El pasado 27 de marzo, Jorge Bergoglio impartió una histórica bendición “Urbi et Orbi” -a la ciudad y al mundo- desde una plaza de San Pedro del Vaticano totalmente vacía de fieles, y esa imagen se ha repetido este Domingo de Ramos.

Aquel día, fueron llevados hasta el Vaticano la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, que habitualmente se guarda en la Basílica de Santa María la Mayor, y el Cristo crucificado de la Iglesia de San Marcello, y ambos se colocaron hoy en el altar, pues se han convertido ya en el símbolo de la oración del papa para pedir que se erradique esta pandemia. El interior de la basílica también fue decorada con algunos olivos y palmas. El papa ofreció una homilía en la que pidió a la gente que evite sentirse sola y se aferre a la fe en estos momentos de dificultad.

Cuando nos sintamos entre la espada y la pared, cuando nos encontremos en un callejón sin salida, sin luz y sin escapatoria, cuando parezca que ni siquiera Dios responde, recordemos que no estamos solos, expuso. Hoy, en el drama de la pandemia, ante tantas certezas que se desmoronan, frente a tantas expectativas traicionadas, con el sentimiento de abandono que nos oprime el corazón, Jesús nos dice a cada uno: Ánimo, abre el corazón a mi amor. Sentirás el consuelo de Dios, que te sostiene, añadió.

Francisco pidió a los fieles de todo el mundo que contacten al que sufre, “al que está solo y necesitado”. Y envió un mensaje a los más jóvenes: “Mirad a los verdaderos héroes que salen a la luz en estos días. No son los que tienen fama, dinero y éxito, sino son los que se dan a sí mismos para servir a los demás”. También recordó antes del rezo del Ángelus que estaba previsto este domingo que los jóvenes de Panamá entregaran la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud a los de Lisboa, pero será el próximo 22 de noviembre. Hasta ese momento, animó a los jóvenes a cultivar la generosidad y la solidaridad.

La de este año será una Semana Santa diferente. Se ha cancelado la misa Crismal del Jueves Santo en la que se bendicen los santos óleos que servirán a lo largo del año para impartir los sacramentos. Francisco oficiará la misa de Jueves Santo pero no el tradicional lavado de los pies que solía hacer en centros de acogida de migrantes o en las cárceles.

También habrá una misa el Viernes Santo, como el día anterior en el interior de la Basílica, pero el Via Crucis se celebrará en la plaza de San Pedro y no en el Coliseo, donde se realizaba ininterrumpidamente desde 1964.Tampoco habrá fieles en la Vigilia Pascual del Sábado ni en la misa de Resurrección del domingo, tras la cual Francisco impartirá la bendición “Urbi et Orbi”.

Monterrey, Nuevo León / Abril 7, 2020.

ENTRE GRIEGOS Y TROYANOS

Mtro. QFB. Fernando De la Fuente García

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SEMANA SANTA SIN FIELES POR EL COVID-19 LA VIDA NO SIRVE, SI NO SE SIRVE.

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