Quien no elige a sus gobernantes está llamando a sus verdugos

Quien no elige a sus servidores, está llamando a sus amos despiadados. PAN 1973

De acuerdo con nuestra Constitución, el voto debe ser personal, libre, secreto y directo.

Votar en las elecciones constituye un derecho y una obligación del ciudadano. El voto es la expresión de la voluntad en el ejercicio de uno de los derechos políticos: el de votar en las elecciones populares.

Mediante el voto, manifestamos nuestra adhesión a la plataforma política de un partido o de una coalición de partidos y a su candidato.

Pero también existe el voto de protesta, que algunos llaman voto de castigo. Como su nombre lo indica, este tipo de voto sirve para protestar, valga la redundancia, contra un estado de cosas o para castigar a un gobierno y sus partidos.

De cualquier manera, debemos votar con inteligencia, con voluntad libre y buscando el bien común.

Se aproxima la hora de la verdad. Este domingo 6 de junio los ciudadanos que aparecemos en el listado nominal de electores tendremos la máxima responsabilidad de elegir al próximo gobernador de San Luis Potosí, a los diputados al Congreso del Estado, a los ayuntamientos de los 58 municipios de la entidad.

Pero hay una elección que trasciende las fronteras de nuestro Estado. Es la elección de siete diputados federales, que nosotros elegiremos pero que serán representantes de la Nación. Junto con otros 493 conformarán la nueva Cámara de Diputados. Su sede es el Palacio Legislativo de San Lázaro de la Ciudad de México.

La jornada electoral la protagonizamos los ciudadanos, ya sea como electores o como funcionarios de casilla. Tenemos el derecho y obligación de votar, y los ciudadanos funcionarios de casilla, además, son la autoridad electoral encargada de recibir, de efectuar el escrutinio y cómputo de los votos en cada una de las casillas que se instalen. Cabe mencionar que también participarán en el desarrollo de la jornada los representantes de los partidos políticos así como los observadores electorales. Todos somos corresponsables de que la jornada electoral transcurra en completo orden.

La jornada electoral tendrá lugar en medio de una pandemia que, desafortunadamente, ha costado la vida de cientos de miles de mexicanos y de 5,570 potosinos; tristemente, la cuenta no se detiene. Por ello, en cada casilla se observará un protocolo que incluye uso de cubrebocas, gel antibacterial, sana distancia, etc. La observancia del protocolo incidirá en el tiempo necesario para votar. Por ello es recomendable que nos presentemos minutos antes de las ocho de la mañana, para que, en cuanto inicie la votación, podamos emitir nuestro voto.

En otro orden de ideas, en cada elección se presenta un fenómeno recurrente: el abstencionismo, que básicamente consiste en aquella cantidad de potenciales electores que no votan el día de las elecciones. Que se abstienen de votar.

He escuchado algunos de sus argumentos para asumir esa conducta. La verdad no convencen: ¿Que no hay democracia? Pues precisamente el voto es la puerta de la democracia.

Exceso de confianza: “Mi candidato es tan bueno que va a arrollar en las elecciones”. Cuántas veces se tiene un excelente candidato, pero la gente se abstiene de votar, gana la peor propuesta y después las personas se arrepienten.

“Todos los partidos son de lo peor”. Pero una de las consecuencias de no votar es que algunos partidos conservan su registro, precisamente por culpa de los abstencionistas. Va un ejemplo: para mantener o para obtener el registro,  los partidos necesitan por lo menos, el tres por ciento de la votación válida emitida.  Si sólo vota un cuarenta por ciento del listado nominal, alcanzar el 3% de la votación es relativamente fácil. Pero si vota el ochenta por ciento, ese tres por ciento se podría convertir en 1.5% y el partido perdería su registro o no lo obtendría. En otras palabras, un elevado abstencionismo facilita que los partidos alcancen el tres por ciento y con ello obtener o mantener su registro. Por el contrario, a mayor votación, conseguir esa meta se dificultaría. Algo semejante al abstencionismo ocurre con aquellos electores que acuden a votar, pero anulan su voto.

De manera que el seis de junio, los ciudadanos tenemos la oportunidad de elegir al mejor para gobernador del Estado, a los mejores para ocupar el Ayuntamiento municipal, y a los mejores en el Congreso del Estado.

Volviendo al tema de la elección de los diputados federales, debo agregar que el principio de la división de poderes se encuentra vulnerado. Para restaurar este principio democrático y republicano, el seis de junio debemos elegir candidatos que no pertenezcan a los partidos aliados del presidente de la república. No se trata de maniatar al presidente. Se trata de que el poder legislativo vuelva a ser el freno y  contrapeso que se requiere. Que la Cámara de Diputados vuelva a ser parte de un verdadero Poder Legislativo. México no puede seguir con diputados levanta dedos y que no sean capaces de cambiar ni una coma a las iniciativas presidenciales. Requerimos una Cámara de Diputados con una mayoría que vigile el ejercicio del gasto público, que cuide que el presupuesto de la nación se destine a cubrir las necesidades más apremiantes de la población en materia de salud, de empleo, de educación y cultura, de seguridad pública, de mejoramiento económico, que cuide que los programas sociales beneficien a los más necesitados, con reglas de operación claras y  justas.

Urge pues, que el pueblo mexicano recupere la mayoría en su Cámara de Diputados. Doscientos cincuenta y un diputados hacen mayoría absoluta y 334 harían mayoría calificada. Los ciudadanos tenemos la palabra y la decisión.

Así que el próximo domingo 6 de junio, elijamos a nuestros gobernantes para no llamar a nuestros verdugos. Elijamos a nuestros servidores para no llamar a los amos despiadados.

ÁLVARO ELÍAS LOREDO / Opinión / San Luis Potosí, S.L.P. / Mayo 31 de 2021.