Ni tan cercana, ni tan lejana

Por alguna razón fui el puente de comunicación entre tu familia y tus amigos el día en que tu cuerpo decidió no funcionar más. 

Desde el momento en que Abel, nuestro amigo, me llamó a las 9:22 am para pedirme el número de Javier, tu hermano, sabía que algo no andaba bien, pero no quise indagar más, pues no me permitía pensarte vulnerable. A la segunda llamada, 9:57 am para pedirme el número de tus hermanas, porque Javier no llegaba, no pude evitar al colgar pasar el número de tu mamá y de tu papá, pues aún así cuando tú no querías preocuparlos, el tono de Abel y de Chino ya no me gustaba. Le llamé a Javier para revisar si ya iba para allá y me preguntó qué era lo que había pasado, le dije que no sabía, pero que urgía que fuera. A las 10:02 Abel me decía que estaban tratando de reanimarte, que ya no estabas respirando. Pedí permiso para poder salir del trabajo, pues sabía que Javier iba para allá solo y que todo esto lo sobrepasaría; mientras esperaba mi Uber, recibí un mensaje de Chino: “Lala ya falleció”.

Me subí al Uber y me sentí mareada, me temblaban las manos y sin poder decirle al conductor o a otra persona como me sentía, no entendía nada. Llegué a la clínica y Aldaco corrió a abrazarme, creo que no había podido llorar con nadie, le temblaban las piernas, nunca lo había visto así, por un momento sentí que se desplomaba. 

Entré a la clínica y vi a Abel en una puerta, como guardián, apretando las manos fuertemente en la parte trasera de su cuerpo, con la cabeza mirando al suelo y con los ojos rojos e incrédulos, me abrazo y lloró, pero se contenía. Entré a donde estaba Javier, lo vi ahí, hablando con el doctor, aún tenía puesto su chaleco de la construcción, estaba en shock y pude notar en sus ojos que no entendía nada, al verme nos abrazamos y lloramos juntos, Abel se unió. Chino fue por tu familia y a 10 minutos ya estaban ahí, bastó con vernos las caras para que se dieran cuenta de que ya no estabas. 

Me habló “la wera” (Paulina), tenía al menos un año y medio que no recibía una llamada de ella, me preguntó si era cierto y al paso de unos minutos ya también estaba ahí. Afuera de la clínica estaban Pao, Negrete, Memo López, León Felipe y personas que tenía mucho sin ver. Chino estaba sentado en la banqueta, su cuerpo estaba rígido, estaba ido, podía ver como se contenía. 

Estuvimos ahí todas tus amistades apoyando a tu familia y tratando de ayudar de alguna u otra manera. Fuimos a buscar tu acta de nacimiento, Chino como siempre fue un puente importante de información y consiguió rápidamente tu acta de defunción, Paulina acompaño a Javier a los Funerales, movimos coches, conseguimos comida, pusimos de nuestra parte. 

Comenzó tu funeral y vimos llegar a mucha gente que te quiso, que te conoció y que seguramente apoyaste para poder seguir estudiando, encontrar una chamaba o cualquier otra cosa. Personalidades de la política y de la universidad llegaron a darle el pésame a tu familia. Lograste reunir a personas que teníamos mucho tiempo sin vernos, parecía otra de tus fiestas en tu casa. No pararon de llegar coronas y ramos de flores blancas, al menos 30 había en la sala. Una foto muy grande con tu cara sonriente estaba a un lado de tu cuerpo y no podíamos evitar pensar que esa sonrisa tan tuya ya no estaría más. 

Fuiste un líder importante para la universidad y tuviste un papel decisivo para muchas de las decisiones que se tomaron en el grupo. Me buscaste para ser presidenta de mi facultad y terminaste por acercarme a una familia que me considera una más de ustedes. Fuiste un gran amigo para muchas personas que aún seguimos aquí. Tus bromas, buenas o malas, nos hicieron reír y nos acercaron a otras personas. Siempre trataste de hacer lo correcto y aunque muchas veces te equivocaste, no te faltaron amistades o contactos para remediarlo. Fuiste en vida y serás en recuerdos, una gran persona. 

Me quedan muchos instantes, recuerdos y vivencias que pude compartir contigo. Me queda la semana pasada, cuando cenábamos en el cumple de Javi y planeábamos festejar tus 30 años. Me quedas tú, molestándome por mis viejos amores y viejas aventuras. Me queda cuando trataste de ser cupido porque pensabas que haría buena pareja con uno de tus amigos. Me queda el día que pasaste por mí al antro y en el camino a mi casa nos paró la policía pensando que íbamos haciendo cosas que eran impensables en esta amistad. Me quedan nuestras discusiones de la grilla y nuestras borracheras. 

Hoy no me encuentro bien y estoy segura que muchas personas tampoco. He estado ida, tratando de seguir con mi vida, pero no puedo evitar pensar en lo frágiles y vulnerables que somos y en lo rápido que pasa la vida. Tengo pensamientos fatalistas, tengo el recuerdo de tu sonrisa en mi cabeza y no paro de pensar en cómo seguirá adelante tu familia después de esto.

Es curioso cómo te escribo a ti, como si pudieras leerlo, supongo que es costumbre y que nos costará un tiempo entender que ya no estarás más. Estoy segura que pronto podremos recordarte entre risas y copas, pero hoy no hay risas, hoy solo hay confusión e intentos no exitosos por comprender lo que pasó. 

Hasta pronto José Pablo, te vamos a extrañar. 

Twitter: @danielaolro

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