Équili cua, ¡équili cua!
Decía el abuelo Manuel
no sabía que hablar con él
era como quien arroja el ¡fuá!
el consejo de un Papá.
Era un fiel papiamento
una especie de argumento:
un aventurese niño
que en el destino hay un guiño
que hará de usted un acento.
Siempre me dio una sonrisa
despeinaba mi cabello
me mostraba lo más bello
que deja el no llevar prisa
y siempre llegó con la brisa
aunque no fuera el primero
dedicaba con esmero
su fuerza al ferrocarril
y fui entendiendo el febril
oficio del Garrotero.
El Garrotero emergía
justo cuando el maquinista
se desbocaba en la pista
y en emergencia perdía
la velocidad y había
que salvar la situación
y parar cuanto vagón
en la ristra desbocaba
y él era quien lo paraba,
como un Dios fue su misión.
Él era al ferrocarril
un ferroviario fantasma
que te devuelven el alma
justo cuando lo viril
dejaba de ser candil
y había que detener todo,
sin importar de qué modo.
Es aquí donde alzo el vuelo
y le dedico a mi abuelo
los rieles de mi recodo.
@JosAntonioParg2
JOSÉ ANTONIO PARGA / Décimas del Tapabocas / San Luis Potosí, S.L.P. / mayo 20 de 2020.