Objetos siendo sujetos

El cuerpo humano despojado de simbolismo, padece la simplificación pedestre de nuestra actualidad puritana y utilitaria. Expulsado de los rituales y la sacralidad, está degradado en  arma políticamente correcta, sin espacio en el arte, la literatura y la poesía. Invadidos por la ideología, abordar el cuerpo como tema obliga a limitarlo a las consignas que lo hacen aceptable, si está en una exposición es porque representa al feminismo, a las víctimas de alguna masacre o desastre,  es parte de algún colectivo o grupo marginal, es decir, ya no es cuerpo, es fachada de un eslogan. La utilización que hacían la publicidad y la pornografía ha quedado reducida a una anécdota pasajera comparado con la manipulación  de la mojigaterías políticas y sociológicas. El arte contemporáneo VIP encubre su falta de audacia y trasgresión con la politización, pudibundo e impotentes para abordar el erotismo, lo justifican con asuntos de género o violencia. El extremismo de la sobre oferta y la sobre politización enajenó al cuerpo de su sacralidad erótica, estamos obligados a vernos como una sociedad sin privacidad y sin deseos, que nos auto utilizamos y explotamos para satisfacer las necesidades ideológicas de las redes sociales o la sociología timorata. Encontramos más placer en la censura que en la transgresión, somos sirvientes de nuestros miedos, los artistas y escritores son sus propios censores, ya no necesitan que un tribunal lea sus libros o vea sus obras, basta la enajenación de cumplir con los requisitos sociológicos para “invitar a la reflexión” para acercarse a nuestra naturaleza. El cuerpo devaluado,  es el mismo en lo público y lo privado, porque ya no hay “cuerpo privado” en el performance, la instalación o el video  “artístico” está tan descastado como en las redes sociales, y la ideología que los ampara es la misma, la cobardía es la constante.

Joss Espino

@joss_espinoo

JOSS ESPINO