El Día que la Tromba Acalló a los Gritones

Pocas veces la naturaleza muestra su poderío sobre tierras potosinas, las noches de festejo se transformaron en desesperación, tras dos años de no celebrar una Feria por el Coronavirus que envió a todos a sus hogares, anoche, la tormenta tropical 22 mostró su fuerza sobre el recinto ferial, a 80 años de su celebración, a pesar de ser gratis en muchos sentidos, les costó caro a los gritones, por acudir a hacer su labor.

Eran las 20 horas, cúmulus y nimbus advertían a la ciudadanía que Tláloc llegaba a San Luis Potosí para acabar con una de las sequías más fuertes que el norte de México ha sentido, particularmente en un día en el que el gobernador Ricardo Gallardo Cardona catalogó como el de mayor asistencia a la Feria Nacional Potosina.

Largas filas para esperar a J. Balvin, los vendedores locales haciendo su agosto, encargados de comida con caras sonrientes por las buenas ventas del día, cuando una ligera lluvia cayó sobre la sede de la Fenapo 2022, “no pasa nada, llevamos desde las 11 horas esperando y ya llovió”, dijo entre risas una estudiante que decidió dejar toda labor por pasar todo el día formada para “el concierto esperado”.

Nadie la esperaba y nadie tuvo razones para sospechar que un tímido anuncio de lluvias pudiera ser causa de suspender un magno concierto que esa noche, la del martes 16 de agosto de 2022, se realizaba, en una obra celebrada, ovacionada por muchos y que a voces, acabó por evidenciar la mala planeación y las prisas por entregar y cumplir promesas,  hoy dejó pérdidas incalculables en mercancías. 

Pasadas las 22:30 horas y los famosos “gritones”, los vendedores de la Fenapo no se hicieron escuchar, “pedimos ayuda, que nos cortaran la energía eléctrica para no terminar electrocutados y nadie acudió”, es el reclamo sentido de todos los vendedores mientras limpian y recogen los estragos que la tromba les dejó.

Pantalones enlodados, miradas agotadas y como hormiguitas, uno tras otro terminaban de limpiar, unos estimaban que al menos tres días o cuatro tardarían para continuar, otros resignados, preferían vender todo al costo y retirarse del lugar.

Más de dos horas de lluvia acabó con inversiones, motivación de hacer su venta del año e incluso, patrimonios invertidos para recuperarse de la pandemia que hoy, son rostros derrotados y familias que únicamente piensan en seguir adelante y olvidar lo que a decir de ellos, una mala organización dejó.

Al paso de la primera embestida del agua, algunos consideraron que había sido todo. Lamentablemente después de unos treinta minutos, unos claros en el cielo hicieron pensar a muchos que no pasaría a mayores, y tras unos minutos, la lluvia cedió ante la misma y se originó una fuerza que nadie pudo prever.

Algunos con agua hasta el pecho tratando de salvar su mercancía y otros levantando los brazos con los cables eléctricos, no se pudieron percatar de lo que sucedió. Las primeras alarmas sonaron gracias a la frecuencia número cinco de Protección Civil Municipal, que se encontraba en la zona y que de inmediato trató de prestar ayuda, sin embargo, el pánico y la multitud que se concentró en lo que el mismo “Pollo”, catalogó como uno de los escenarios más grandes de México, concentró todo el aparato de rescate y seguridad, dejando de lado a los gritones, que atrapados por el agua, quedaron a su suerte. 

Ayudas, por favores, auxilios, llantos, ayes. Esos eran los gritos en el sitio y la confusión se apoderó de la zona, que hoy son pérdidas y están convertidos en decepción y reclamos hacia el gobierno, “ya se nota, se notó el olvido, el rechazo y la falta de apoyo”, así es el sentir de muchos, como don Jorge, un padre de familia que vivió la fuerza deTláloc y quien asegura, que si no es por el trabajo en equipo de sus propios compañeros gritones, se quedan ahogados.

Mientras el artista del momento y el gobernador Gallardo, presumieron en redes el por qué desalojaron el Teatro del Pueblo y suspendieron el evento, los gritones no fueron contemplados ni un poco, quedaron en el olvido y esa noche, su voz no fue escuchada por nadie.

Unos hoyos improvisados que hicieron los mismos gritones, fueron el escape de una corriente que tardó menos de 10 minutos en acabar con sus puestos, por la fuerza de la lluvia y un lago que rara vez tiene agua, pero que ayer se desbordó por completo y obligó a la evacuación de la Feria Nacional Potosina.

“Los gritones están bajo el agua, manden personal para darles salida”, fue el llamado de uno de los elementos de Protección Civil, pasada la medianoche, cuando la corriente habia llegado, la línea cinco de los radios del personal de rescate, fue el grito de alerta que pocos elementos atendieron y acudieron a apoyar, pero insuficiente para tal magnitud de agua.

Hoy, los gritones alzan la voz, piden auxilio y ayuda al Gobierno y al Patronato, porque la evaluación visual de los daños realizada por el gobernador, no dio fe de la tragedia real que ocurrió. Mucha de la mercancía fue destrozada y arrasada por la corriente y que por ende, no fue vista por las autoridades. 

Por una noche, por algunas horas, la naturaleza mostró los dientes y mordió fuerte a los comerciantes. Quizá como aviso de lo que pasa ante la falta de organización e infraestructura mal planeada en su zona, una obra que acelerada a su construcción por cumplir y terminar a como de lugar, hoy por hoy, el 16 de agosto fue una noche para el comercio local en la que los gritones no pudieron, no quisieron, no desearon dormir.