Con toda franqueza

A ver si puedo comentarlo con nitidez y brevedad, apreciado ciudadano (hombre o mujer, claro). Casi todo viene a ser política en la vida: digamos, si decidimos rechazar la política y no participar en ella, eso suele tener implicaciones políticas… la manejarán otros de acuerdo a sus intereses.
La política, debo decirte, es tan necesaria como ingrata, tan confusa como predecible, tan corrupta como esperanzadora, tan noble como indigna, tan estimulante como desalentadora. Y, bueno, con frecuencia domina y nos mortifica su lado negativo.

Así, en mayor medida que sus críticos o adversarios, el poder tiende a manipular o adulterar la interpretación de los hechos. Los discursos al revés se alejan de la realidad incluso con frases y anécdotas históricas que son memorizadas fuera de contexto.

Como otras semanas, esta que termina estuvo repleta de sucesos inquietantes… puras malas noticias: los pésimos hallazgos de la Auditoría Superior de la Federación sobre el gobierno de AMLO; el presidente rechazó de inmediato ciertas observaciones del organismo autónomo, con lo que sometió a la ASF y su titular sin datos precisos; la grosera insistencia de hacer candidato a un probable violador se vio rechazada por un feminismo que no entiende ni respeta; insulta a los abogados al tachar de “traidores a la patria” a quienes ejercen su profesión en casos que le disgustan; persigue a un gobernador de oposición pero no a sus exonerados amigos y familiares o a integrantes de la delincuencia organizada.

Algunos me reprochan que vea las mañaneras, pero eso me sirve mucho para analizar o criticar con más y mejores elementos. Aunque puede ser muy desagradable, entre sus risitas fingidas nos permite detectar no sólo gestos y señales cuando miente o tergiversa, sino también pequeños y grandes errores que menudean ante las malas o buenas preguntas.

Cada nuevo escándalo distrae del anterior, y es así como se van acumulando los frentes abiertos sin visos de solución. Queda la duda de hasta dónde podrán aguantar el gobierno y el país, aunque la ausencia de avances o resultados no afecte tanto la popularidad de un hábil líder tan resentido como taimado que, por encima de todo, busca ampliar y conservar su desmedido poder.

Se acercan las elecciones con desgastes y mentiras de todas partes en medio de una grave y prolongada crisis sanitaria, que ahora se ve manipulada con fines electorales. Es de lamentar que no están ausentes los intentos de prostituir o prostituirse.
En fin, habrás notado que más vale estar muy atentos, y no mandarlos al diablo con sus malas intenciones.

* VAYAN USTEDES A SABER, pero creo que en México los partidos políticos ya llegaron a su límite. Sí, aunque insisto en que sin partidos no puede haber democracia, se vuelven una verdadera desgracia en los hechos y, ojo, de ninguna manera tienen por qué ser tantos y tan deficientes.

La democracia no garantiza maravillas, ni con los partidos ni en los casos de quienes son elegidos a través de ellos, aunque viene a ser lo menos malo que tenemos en este mundo. Cuando las cosas se complican e incluso se atoran, anhelamos un líder decidido y sin mayores obstáculos (un autócrata sin contrapesos, que sea capaz de resolver), pero al dictar salidas y soluciones los tiranos casi siempre se van en direcciones engañosas o equivocadas, que resultan contraproducentes.

En cuanto a la mal llamada “clase política” no debemos olvidar que esa franja de la sociedad incluye los partidos, que se vuelven carteles eternos como franquicias que simulan ideologías y bloques de votantes que son sostenidos a partir de sus recursos por un instinto de conservación. A su vez, se desdibujan y desacreditan en intentos de mantener una ficción democrática en la que nunca han podido evitar errores descomunales de gobernantes y legisladores que avasallan.

Fea situación, pero el asco y la depresión no ayudan en nada a cambiarla. Habrá que informarse y votar, pensando en los candidatos (más para gobernadores y alcaldes), así como en los proyectos de nación o “nuevos” modelos (con los diputados federales, sobre todo) que de ninguna manera eliminan la corrupción.

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