Luchemos por la infancia

Trabajar en la educación elemental me ha hecho reflexionar constantemente.

Me causa un sentimiento de conflicto muy fuerte el hecho de que tratamos de enseñar a los infantes que todo se puede, que van a alcanzar sus sueños y que hay que ser felices.

Enseñamos todo eso, sin embargo, muchos adultos estamos llenos de impotencia, de sueños frustrados e inundados de tristeza. Además, tenemos enfrente un horizonte tormentoso: cambio climático, precariedad laboral, conflictos sociales profundos a nivel global, epidemias de depresión, microorganismos que resisten antibióticos, personas que se resisten a vacunarse y mejor paro de contar.

Pensando frío, sinceramente no creo que tengamos un futuro muy esperanzador que inculcarles. No obstante, trabajar con niños y niñas me ha esperanzado muchísimo. Reconozco que es un pensamiento cliché, también que no dejo de pensar que las cosas van para mal, pero me han hecho sentir que las cosas van a mejorar, o al menos que las cosas no están tan mal.

Aunque no sean perfectos, creo que los infantes de la actualidad, para bien y para mal, han aprendido a exigir las cosas solo porque las quieren; valor indispensable en tiempos donde lo que nos hace humanos se está redefiniendo a partir de la dignidad universal.

Ejemplos como el de Carlos Santamaría, el niño que, por aferrarse a superar el sistema educativo deficiente y burocrático, que lo único que hacía era limitarlo, logró convertirse en la persona más joven en ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de México. Tan aferrado Carlos que ni el hostigamiento de un docente pudo detenerlo de hacer lo que quiere hacer: estudiar.

Que si no entendemos a Carlos, quien cuyo único objetivo era estudiar, menos entenderemos a Greta, que lo único que quiere es cambiarlo todo.

El movimiento de Greta me vino a tocar muy fuerte en este sentido. Con todo lo que se pueda criticar, el sentir de Greta Thunberg está movilizando a millones de personas en todo el mundo. ¿Por qué? Solo porque Greta quiso protestar.

Greta, entre muchas otras personas, activistas, manifestantes y luchadores, han logrado que tengamos una posibilidad genuina de que los pronósticos climáticos cambien.

Tal vez tengamos que cambiar la manera en la que educamos. Quizás ya no es correcto enseñar un futuro alentador, sino uno donde hay sueños que se cumplen aun a pesar del desaliento. Con mucho esfuerzo, sí; solo con la ayuda de los demás, puede ser; cargando momentos amargos y con dolor, claro, pero los sueños pueden cumplirse.

Y quien crea que no, sepa que la mejor opción que tiene la humanidad para salvarse del cambio climático, actualmente, es una joven con Asperger de 16 años que se llama Greta Thunberg.

Si pretendemos lograr más ejemplos así y además preparar realmente a los niños y niñas para el mundo actual, debemos empezar a adaptar la educación a la realidad. Ni enseñar que todo se puede ni que los sueños nunca se cumplen, hay que enseñar que, en el mundo de hoy, para soñar hay que aprender a luchar. ¿Cómo hacemos esto? Poniendo el ejemplo. Luchemos a su lado.

Contacto vía twitter: @rubengerardon

RUBÉN GERARDO / Letras y pensares / San Luis Potosí, S.L.P. / 04 de octubre de 2019.

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