¿Es usted feliz? ¿O es un infeliz?

El presidente acaba de hacer una aseveración pública que a primera vista parecía temeraria: al decir que el pueblo “es feliz, feliz, feliz”. Ser feliz (o infeliz) es un juicio de valor de carácter muy subjetivo; y esa subjetividad nos precisa que cada uno de nosotros puede tener su propia idea o representación del ser feliz. Igualmente hay variaciones múltiples de ese ideal de felicidad a lo largo de cada ciclo de vida, hasta de momento a momento y derivado de muchas posibles circunstancias de modo (como la salud, el entusiasmo, enamoramientos, etc.) tiempo (la edad, el clima, etc.) y lugar (el entorno, sus condiciones, la vivienda la colonia, la movilidad, la comunicación).

Resulta imposible precisar qué es la felicidad y menos aún establecer una definición de ésta que encuadre a todos. Sin embargo sí puede medirse el grado de felicidad colectivo a través de encuestas y estudios y aplicando modelos y parámetros que funcionan a partir de criterios diversos con diferentes grados de funcionalidad. Universidades y centros de consultoría y estudio en todo el mundo han generado diversos modelos de investigación para conocer el grado de lo que finalmente puede ser, con miles de enfoques, nuestra misión en la tierra, nuestra meta perenne, o como también muchos piensan, un camino más que una meta.

En 1972 en el Reino de Bután situado en la Cordillera del Himalaya entre China e India de manera sistemática inventó el Índice Nacional de Felicidad y desde esas fechas la medición de la felicidad y el bienestar han progresado significativamente. Amartya Sen en 1998, creó nuevas métricas de bienestar sobre las que se construyó este Índice y aun así Universidades como la Illinois, Oregón y Victoria en Canadá siguen midiendo la felicidad con los principios de Bután que es el Reino donde la democracia es la más moderna del mundo.

Aunque no es tan fácil mediar la felicidad existen condiciones mínimas como el bienestar personal y colectivo que permiten realizarla. David Pilling en su libro “El delirio del crecimiento” dice que la felicidad de las personas no depende de la riqueza absoluta, sino más bien de la riqueza relativa respecto a quienes le rodean y también conviene que la relación exacta y directa entre el PIB y la felicidad no tiene coincidencia pues parece bastante claro que los ciudadanos de los países más pobres lo tiene más difícil para ser felices, pero no hay una correlación exacta y directa ya que algunos que tienen mucho dinero y se declaran infelices y algunos que son más pobres se dicen felices.

Existen condiciones mínimas para medir la felicidad como el bienestar personal y colectivo y para ello se necesitan cubrir las necesidades básicas como alimentarse, vestirse, trabajar y cobijarse además de tener educación y salud de calidad.

La alimentación es tan importante que en un Estudio de la Universidad de Leuven, en Bélgica indicó que la felicidad empieza en el intestino, ya que algunas bacterias ubicadas aquí originan efectos positivos sobre el estado de ánimo y por el contrario al detectarse una flora intestinal pobre se puede llegar a la depresión, ya que el 95% de la serotonina que es quien regula los estados de ánimo aquí se reproduce.

En la métrica de Bután para medir la felicidad se cuenta con nueve elementos divididos en dos grupos, en el primer grupo se encuentran diversos índices internacionales incluyendo el de competitividad de IMCO con elementos como Salud, Educación, Diversidad ambiental, Nivel de vida. Gobernanza; en el segundo grupo resulta más innovador para medir e incluye el bienestar sociológico, el uso de tiempo, la vitalidad comunitaria y la cultura.

Volviendo con López Obrador, la verdad es que la felicidad es una idea que suele tener presente pues incluso aquel slogan de campaña: “La felicidad está por llegar” causó buen impacto desde hace dos campañas. López Obrador presento estudios serios después de que fué cuestionado esta semana que concluye, sobre el fundamento para asegurar que somos “felices, felices, felices”. AMLO mostró suficiencia e inmediatez frente a la sociedad en la respuesta con su debido estudio, pero dudo que haya satisfecho (y no lo haría de ninguna forma) a los opositores que lo cuestionaron en voz de un ciudadano común. Lo importante resulta ser que la felicidad con todos sus criterios y bases de los diferentes modelos de medición no se pierda de vista, y no dejen de practicarse mediciones verdaderas sea cual sea el resultado para no perder la altura de miras.

Así pues, si le dicen que es usted un infeliz no se preocupe…preocúpese por ser feliz, séalo.

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