Por La Carpeta Púrpura/ Número 632/ México, D.F.
Las dos reformas estelares de Peña, la energética y la fiscal, han sido todo un fracaso.
Se tardaron un año en pensarlas, estudiarlas, prepararlas y presentarlas y han levantado una ola de críticas, movilizaciones, inconformidades y dudas.
El mayor error de ambas reformas fue que se presentaron fuera del Pacto por México, con lo cual mataron desde el mismo gobierno ese instrumento que había demostrado su bondad con la reforma laboral, educativa y de telecomunicaciones.
Parece que en lugar de pensar en el futuro de México, lo que mejor le conviene al país, se está haciendo contentillo político:
– la reforma energética salió para darle gusto al PAN y poner en jaque a la izquierda, en tanto que
– la reforma fiscal le da gusto al PRD y pone en jaque el PAN.
Sin embargo, ninguna de ambas reformas resuelve los problemas de México, por el contrario parece que estuvieran destinadas a colapsar al país. De hecho lo mejor que podría hacer Peña es retirarlas, regresarlas al Pacto, de donde nunca debieron haber salido, repensarlas, renegociarlas y volverlas a presentar ya “planchadas”.
Debería haber también sanción contra los culpables que metieron en tantos problemas al Presidente y al país.
– La reforma energética. Los culpables son Pedro Joaquín Coldwell, secretario de energía y Emilio Gamboa Patrón, líder priísta en el Senado, quienes no cabildearon la reforma e hicieron cuentas matemáticas sobre los votos de los senadores, como si estos no fueran personas pensantes, con ideas, con posiciones. A Pedro Joaquín le salió la intolerancia priísta y no quiso negociar con la oposición y Gamboa pensó que podía sumar los votos como si fuesen de su propiedad, incluso los panistas.
– La reforma fiscal es un galimatías.
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