El PRI ciudadano

Este fin de semana se llevó a cabo la XXII Asamblea Nacional del Partido Revolucionario Institucional, tal vez una de las importantes de los últimos años, ya que aceptó los nuevos retos que impone la democracia mexicana lo que los llevó a modificar parte de sus estatutos.

Una de las modificaciones más importantes tuvo que ver con las candidaturas, en las que ahora podrán participar simpatizantes sin cumplir con el requisito de 10 años de militancia, incluida la candidatura a la presidencia de la república. Es decir, cualquier ciudadano podrá ser postulado por el PRI. Los “candados” se abrieron para facilitar la sucesión presidencial.

Otra de los cambios que era más un reclamo de la militancia, se refirió a evitar políticos “chapulines”, aquellos personajes que saltan de una candidatura plurinominal a otra, entre las cámaras legislativas.

En cuanto a los cambios de participación de sus sectores se acordó que el 50% de las candidaturas sean para mujeres adecuándose a la nueva legislación electoral; mientras que un 30% sean para los jóvenes. Una acción positiva para incluir a estos dos sectores tan importantes.

También se decidió crear una comisión de Ética y Anticorrupción partidista encargada de dar seguimiento a aquellos que defrauden al partido, esto derivado de los últimos escándalos en los que se han visto involucrados ex gobernadores priístas.

A decir del presidente nacional Enrique Ochoa estas modificaciones son el resultado de escuchar las propuestas de más de 390 mil militantes en mil mesas de trabajo, con las que el PRI se presentará para enfrentar las elecciones federales y locales del 2018.

Con estos cambios se abre el camino para que simpatizantes como José Antonio Meade o Aurelio Nuño, ambos secretarios y cercanos al presidente Peña se puedan postular como candidatos a la presidencia. El “tapadismo” se actualiza para que el gran decisor que sigue siendo el presidente, pueda mover las fichas del ajedrez político sumando a más aspirantes, cuando en los sondeos de opinión pública parecía que el secretario de gobernación Osorio Chong iba en “caballo de hacienda” por la candidatura presidencial del PRI.

Precisamente fue el presidente Peña, quien aprovecho el escenario del Palacio de los Deportes lleno de priístas que lo vitoreaban y aplaudían en cada oración de su discurso, para dejar claro, como en los mejores tiempos del presidencialismo mexicano, que el jefe de gobierno seguirá siendo el jefe del partido.

El PRI quiere mostrarse como un partido moderno, que le apuesta a la transformación de México a través de las instituciones y así lo dejó claro Peña Nieto y también hizo alusión a sus oponentes políticos: “Nosotros asumimos con valor y visión un mejor futuro. Otros apuestan al caudillismo la sumisión de sus aliados y la división del país. Otros por falta de experiencia y el fracaso de sus gobiernos disimulan con incongruencias; otros abandonaron sus ideales negociando sus posiciones”. El PRI por lo que dijo el ejecutivo no está dispuesto a un cambio de régimen como lo plantea el bloque opositor que está en formación.

Es cierto que las modificaciones son avances en la vida institucional del PRI, que tiene que adaptarse a las demandas de sus militantes y simpatizantes. Sin embargo, en las próximas elecciones quien quiera obtener el triunfo, deberá convencer al electorado que no simpatiza con ninguna fuerza política ya que este sector será el que defina el rumbo del país a partir del 2018. Aunque el PRI apuesta a un escenario de tercios en la contienda electoral del próximo año y con la suma del Partido Verde, tal vez Nueva Alianza y el PES, mantener la presidencia de la República y competir por las gubernaturas, esta asamblea es un mensaje del PRI a los electores de que quiere “hacer las paces”, con la sociedad mexicana.

El PRI se prepara para una elección que se plantea con dos escenarios muy claros, el cambio a un nuevo régimen de gobierno compartido o el presidencialismo tradicional. Eso lo decidirán los electores en 2018.

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