En estos tiempos, afortunadamente más de venturas que de desgracias y calamidades, aún cuando el mundo entero ha sufrido la crisis de salud y económica más grave de los últimos cien años, nuestro país navega vigoroso; hay rumbo y conducción acertada.
Sin embargo, como dijimos en pasadas colaboraciones, el riesgo más apremiante del Movimiento, no lo representa la oposición, ni la prensa corrupta y parcial que padecemos, tampoco los grupos económicos que, desprovistos de sus contactos y cómplices en el gobierno, han entendido que, a las vencidas, no se le gana al Presidente; lo representan los obradoristas que, por afanes de vanidad, intereses personales, ausencia de verdadero compromiso, sumado a una soberbia sin límites, se empeñan todos los días en buscarle peros al Movimiento. Exquisitos y traidores, con un ropaje de falsa dignidad, fraguan las canalladas más viles en contra de la 4T. Los argumentos ó pretextos son lo de menos, con tal de que se imponga su verdad. Así se descarrile el Movimiento.
Este nuevo fenómeno, lo han padecido todos los esfuerzos y anhelos colectivos que, en diversos momentos de la República, han enfrentado a estas expresiones, ya radicales, ya sectarios y dogmáticos, los que, ataviados de pasamontaña y pipa, se les agotó el discurso, y hoy fieros detractores de la Cuarta Transformación han llegado a la amenaza de las armas; tristemente ya ni la prensa enemiga les pone atención.
Recordando el año del triunfo del Ejército Liberal y de Don Benito Juárez en contra del Ejército Conservador, lejos estaba el benemérito de imaginar los problemas que esta sufrida victoria le depararía al Presidente y al país entero. Si la situación de Juárez en Veracruz fue difícil, la de ciudad de México lo sería todavía más. Su propósito cardinal era consolidar el gobierno y restablecer la paz; pero desde el primer día, fue consciente de que tenía ante sí problemas abrumadores: una política exterior cada vez más borrascosa, la política interna que dividía a los vencedores en fracciones incontrolables, las penurias de un raquítico erario, todo ésto aunado al enjambre de gavillas que desde el 1º de enero del año 1861 se hicieron sentir con mil desmanes, no lejos de la capital.
En la política interna, sobresalía la actitud de los exaltados que obligaron a Juárez a mudar de gabinete apenas a nueve días después de su entrada; exigíanle además, una conducta enérgica con el enemigo y mayor celeridad para atender los asuntos públicos. La falta de unidad entre los liberales era patente; muchos no veían en Juárez sino al letrado convertido en Presidente por una fórmula constitucional, mas no por mandato del pueblo, y adelantando osadamente su crítica, ponían en duda su aptitud, diligencia, energía, comprensión de los problemas y hasta lo que más tenía, carácter.
El Congreso, compuesto por liberales, sin la dirección de un partido organizado, se convirtió en el problema fundamental de la política interior; los diputados se dedicaron a más y mejor, a vituperar hoy a un ministro, mañana a otro; en este día se atacaba una disposición y al siguiente se enjuiciaría otra, sin que el Presidente mismo se escapara en ese maratón oratorio, en el que la calidad del diputado se medía por su acometividad para censurar un gobierno que por lo demás, nunca ejerció la más leve amenaza.
Cuando los diputados, inflamados por una absurda actitud de censores y celosos defensores de la letra, más no del espíritu, que a manera de documentos fundacionales se dio la República restaurada, cuando más viscerales y agresivos se comportaban contra el Presidente Juárez, arribaban amenazantes a las costas de Veracruz las flotas españolas, inglesas y francesas. No es necesario abundar en este capítulo del cual se emerge triunfante, a pesar de los pesados lastres, delaciones, traiciones y mezquindad de no pocos actores políticos.
Regresando a los próceres de nuestra Independencia, ellos también sufrieron de toda suerte de traiciones; a los pocos meses de iniciada la lucha, pagaron con su vida misma; años de luchas fratricidas, mientras se pasaba de un Imperio a la República, casi una década de sufrimientos y terribles penurias, fueron el peaje para el surgimiento de nuestra nación.
Qué decir de la traición al Apóstol de la democracia, de esos pasajes que uno quisiera borrar de la historia de México, embozados, ruines y miserables, los conservadores serviles de la oligarquía, se cobraron con la sangre de Don. Francisco I. Madero, de José María Pino Suarez y del martirizado Gustavo Madero, hermano del presidente del mismo apellido; una felonía que, aún hoy y por los siglos venideros, nos llena de una profunda vergüenza.
El Movimiento de Regeneración Nacional, como resultado de grandes esfuerzos, tampoco se ha visto exento de traiciones, de zigzagueos de oportunistas, sectarios, y de los que llamamos „exquisitos“. Difícil saber cuál ó cuáles de todos ésos personajes es y han sido más pernicioso para el Movimiento.
Es a partir del año 1988, año en que se cimbró la estructura corporativista del régimen, que se evidenció que su poderosa maquinaria electoral no era invencible, y a decir de muchos, el otrora invencible PRI, fue derrotado en las urnas, por una ciudadanía que vio en la candidatura del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas una esperanza de cambio real, anunciado por el lema de aquel entonces, “JUSTICIA YA, PATRIA PARA TODOS.”
De ese gran movimiento, surgido al calor de las huelgas de los médicos y los grandes movimientos estudiantiles vilmente reprimidos por la bota y el fusil, – nuestros mártires del 68 y del Jueves de Corpus del 1971 -, de esos grandes esfuerzos y rebeliones espontáneas y genuinas, se fue nutriendo un movimiento muy amplio de la izquierda, que finalmente transitó hacia la lucha electoral, pero ya no testimonial; a partir de entonces, se competía para ganar.
El devastador terremoto que sacudió al país en 1985, enlutó a miles de familias en el entonces D.F. y, exhibió entre otras cosas, la pobreza y la poca capacidad de reacción de un gobierno federal rebasado por los acontecimientos, que fue testigo pasmado de cómo la gente en forma solidaria y fraterna, se organizó para el rescate de heridos y de personas fallecidas; una sociedad que ante la incapacidad del gobierno para dar respuesta, se entendió a sí misma como un ente capaz, no sólo de esas acciones heroicas, sino que también se dio cuenta, de que organizados y militantes, podrían modificar y quizás eliminar, una forma de hacer política basada en la corrupción, el despilfarro y la indolencia de gobernantes faraónicos, corruptos y prepotentes.
Y ésa ciudadanía consciente e informada, en 1997 le cobra la afrenta al gobierno federal y ante el cambio en la forma de elegir al jefe de gobierno, – que hasta entonces era designado por el presidente de la república -, elije al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano como primer jefe electo del Distrito Federal. Con un periodo de gobierno acortado por la cercanía de la elección presidencial del año 2000, el Ing. Cárdenas renuncia a la jefatura, nombrando en su lugar a la Lic. Rosario Robles Berlanga. Por razones de espacio, no haremos más comentarios acerca de este personaje.
En el 2000, una quimera llamada Vicente Fox, gana la presidencia de la República derrotando al PRI; un suceso que no modificó en absoluto ni las estructuras de poder ni la forma de hacer política. Pero es en ese mismo año, que el entonces combativo PRD y otros partidos afines, postulan la candidatura a jefe de gobierno, del Lic. Andrés Manuel López Obrador, un joven y aguerrido luchador social, que había hecho una gran labor política y social en su natal Tabasco, y posteriormente se había convertido en presidente nacional del PRD llevándole a obtener los mejores resultados que hasta entonces había obtenido ese joven partido, lleno de vigor y enjundia; como dice la canción, da tristeza recordarlo.
En el ejercicio de su gobierno y ante el éxito de este, los poderes fácticos enarcan las cejas y advierten enseguida, que el ascenso del jefe de gobierno en popularidad y aceptación, podría significar a la larga un peligro para sus fines y privilegios; para esa clase política, el jefe del gobierno capitalino era un funcionario disruptivo, que hacía conferencias de prensa diarias a las seis de la mañana, llevó a cabo obras públicas sin precedente en décadas, a la par que implementó importantes programas sociales y una política de austeridad y combate a la corrupción.
Y la reacción no se hizo esperar: el Lic. Andrés Manuel López Obrador fue objeto del embate concertado del poder; el intento desquiciado de Vicente Fox y demás poderes fácticos y legales, las televisoras, los medios, las cúpulas de los partidos. En fin, una maquinaria implacable enfrentando a un político que les significaba, sobre todo, un miedo
atroz.
El poder del gran capital, de los medios afines al régimen y quizá algunas fallas en la estructura de la defensa del voto, dilataron la inevitable llegada del hoy Presidente de la República; un fraude colosal impuso a Felipe Calderón, quizá lo peor que ha tenido este país en décadas. Luego, ante la complacencia y complicidad de la autoridad electoral, un producto de Televisa, Enrique Peña Nieto, literalmente compra la presidencia en 2012, y es hasta el 2018, cuando finalmente López Obrador llega a la presidencia, por la aplastante decisión de las mayorías, no como los que le precedieron que descaradamente eran impuestos por las minorías rapaces.
El enorme caudal de votos que lleva al Lic. Andrés Manuel López Obrador a ocupar la silla presidencial, le conceden una gran capacidad de maniobra, mayorías legislativas y una sólida base social, que se ha ido incrementando y consolidando a lo largo del sexenio, a pesar de la inmunda guerra sucia encabezada por la prensa corrupta y mendaz al servicio de grupos de poder como el que encabeza el junior Claudio X. González, al frente de la peor laya de partidos de oposición que se recuerden en la historia reciente de México.
El Movimiento de Regeneración Nacional, hubo de dotarse de un instituto político para dejar de depender de los traicioneros dirigentes del casi extinto PRD; este instituto es MORENA, el partido que ha logrado las más apabullantes victorias en un tiempo récord y que es el instituto que permite al movimiento, convertir mayorías sociales en mayorías políticas, informar, organizar y participar en procesos electorales, concientizar, acuerpar y dar cohesión teórica a este gran movimiento de regeneración nacional.
Los afanes democráticos, la observancia de la ética partidista y la renuncia del Presidente de la República a ser además de presidente, jefe del partido, le han llevado a enfrentar situaciones muy complejas; los procesos para elegir dirigencias nacionales y estatales en la mayoría de las veces se han visto enfrascados en discusiones eternas, litigios electorales y segmentación de la militancia. Este es quizá el eslabón más débil del vigoroso movimiento; y lo es, no por falta de capacidad, sino porque aquéllos que faltos de trabajo de campo y de barrer paso a paso colonias, pueblos y ejidos, se conforman con ser críticos eternos del partido y por quítame estas pajas, andan ya poniendo denuncias y quejas ante el Tribunal electoral, un tribunal faccioso que siempre resuelve en contra de los intereses del partido, así se tenga que torcer la ley.
Es en la elección de candidatos a puestos de elección popular por parte del partido, en donde se han presentado las fricciones más grandes, llegadándose incluso a la ruptura; casos emblemáticos, como la designación, – para cumplir con la paridad de género -, de Marina Vitela como candidata única al gobierno del estado de Durango. Ésto provocó el enfado del eterno aspirante Ramón Enríquez, quien presumiendo de contactos y de una supuesta simpatía del presidente hacia su persona intentó arrebatarle la candidatura, recurriendo a todas las instancias posibles; y ante su derrota legal, se dedicó a hacer campaña contra la aspirante de MORENA, dando como resultado que se perdiera dicha elección.
Un caso más, quizá el más doloroso para el Presidente, fue la elección por vía estatutaria, del candidato a gobernador para el estado de Guerrero. El resultado de la encuesta recayó en la persona de Félix Salgado Macedonio, dejando en el camino al delegado federal Pablo Sandoval Ballesteros, hermano de la entonces Secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval y nieto de Pablo Sandoval Cruz, un histórico luchador social de Guerrero, de quien el presidente López Obrador dice tener grandes recuerdos y a quien profesa una gran admiración.
La ambición desmedida del candidato perdedor le llevó a establecer alianzas inconfesables para descarrilar la candidatura de Félix Salgado Macedonio. En ese juego perverso, permeó la mano y la mente malévola de un exquisito del movimiento, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, el Dr. John Akerman, esposo de la ex secretaria de la Función Pública antes mencionada. Pelearon con denuedo para hacerse con la candidatura y el presidente advirtió la traición y destituyó de su cargo a la hermana del candidato perdedor, y prudente, se guardó para sí, las acciones que, traicionando su estirpe, acabaron con la carrera política de la secretaria Irma Eréndira; a partir de ese desencuentro, el académico John Akerman se convierte en un acérrimo detractor de MORENA y especialmente de su dirigente Mario Delgado, organiza foros, supuestas coordinaciones de militantes de MORENA, exige la renuncia de Mario Delgado y su última gracia fue denunciar al presidente de MORENA ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, un paladín que, si su cuñado hubiera sido designado candidato a gobernador y eventualmente gobernador del estado, hoy estaría pasando la lengua por salva sea la parte, al mismísimo Mario Delgado. Sin duda uno de los exquisitos más traidores y perniciosos al Movimiento de Regeneración y a la Cuarta Transformación.
Hoy nos ocupa la elección a gobernador en el estado de Coahuila, un estado donde, al igual que en el Estado de México, nunca ha habido alternancia, el partido ha designado en base a; procedimiento estatutario al candidato de MORENA a la gubernatura; a pesar de lo cual, uno de los participantes en la encuesta que para definir a dicho candidato efectuó el partido, se rebeló ante los resultados, mismos que fueron convalidados por dos casas encuestadoras de incuestionable honradez.: „Ana Cristina Covarrubias“y „Blanco Mendoza y Asociados “. Además, el Presidente de la República avaló al proceso y pidió que quienes participaron en la encuesta respetaran el resultado. Tristemente no fue así.
Lejos de mí, la intención de utilizar este espacio que generosamente se me concede, no abundaré más en el proceso electoral de mi estado Coahuila, sirva solo como marco de referencia a el motivo de esta columna.
Hemos sido testigos de perversas narrativas que, de nuevo los exquisitos, los traidores al movimiento han desarrollado en un burdo afán de justificar lo que es a todas luces una traición al proyecto, al propio presidente de la república y al estado de Coahuila.
De cara al proceso sucesorio más importante en la historia de la izquierda, estos seudo intelectuales, oportunistas y despistados, se han ceñido a un guion que les tiene cegados y fanatizados en torno a una figura que dimensionan como un político único e irrepetible, una de las narrativas es el de la imposición, sin sustento solo lo repiten como mantra, el otro, el supuesto empaque moral y ético que les ha obligado a buscar otros menesteres, otras alternativas políticas ante, la supuesta, imposición del candidato de morena, de esta manera se envía, desde Coahuila, un menaje ominoso de cara a lo que ya señalamos, la sucesión del compañero presidente López Obrador, si cualquier aspirante, montado en el mismo macho que el de Coahuila, desconociera los resultados y encontrara en partidos franquicia, en partidos familiares, acomodo para sus aspiraciones, dejándole a los partidos, la jugosa prerrogativa, motivo casi único por el que estos partidos luchan, aspiran y suspiran.
Además, e igual de grave y reprochable a estos seudo militantes de Morena lo es, la obsesión por descalificar y calumniar al presidente de morena, Mario Delgado, el hoy presidente de Morena habrá de conducir y administrar todo el proceso sucesorio, de Presidente de la República, de nueve gubernaturas, de candidatos a las cámaras, de senadores y de diputados, así como a aspirantes a una gran cantidad de presidencias municipales, esta actitud revanchista y carente de toda legitimidad, les desnuda y muestra como lo que son, unos vulgares ambiciosos, prestos al reflector y al micrófono, se sienten iluminados y, tocados por un halo de soberbia, pretenden que es solo su verdad, la única posible en el mundo, al final demuestran que el proyecto de transformación les importa un pepino, son de esos que solo por ganar un debate, están dispuestos a perder el objetivo, el fin anhelado, en su soberbia son miopes, no han advertido que el pueblo, la gente ha obtenidos grados de madurez política y concientización como nunca antes en la historia de México, por tal que, fanfarrones solo quedaran así, como a los que con sorna se han llamado siempre, simples farolones.
JESUS ARTURO DEL BOSQUE DE LA PEÑA / Opinión / Saltillo, Coah./ Mayo 23 de 2023.