El pequeño Chavita y su mamá

En una de sus novelas, el gran escritor ruso Fedor Dostoyevski, narra un pasaje según el cual, un juez condenaba a muerte a un reo, el pobre hombre de hinojos le suplica que suspenda la ejecución, que si así lo ordena el juez, no le importaría a él, ser condenado a permanecer recluido en un islote en medio del océano, sin más lugar que el necesario para posar sus pies, que no le importaría que fuese azotado por huracanes y tormentas todos los días, pero que le deje vivo.

Este pasaje nos ilustra acerca del valor de la vida, por sí misma, la historia que les contaré nos habla de personas reales que, al igual que el hombre del relato, pareciera que son azotados día a día por las terribles tempestades, aferrados a la vida, aferrados a un rayito, así sea tenue y difuso, un rayito de esperanza.

Existen diferentes grados de retraso mental y también varias causas que lo provocan; pueden ser desde leves hasta severos y las causas se dan desde la gestación hasta al momento del nacimiento provocado por falta de oxígeno en el infante, entre otros motivos.

El protagonista de nuestra historia tiene un grado severo que solo le permite mover su cuello, su cabeza de un lado a otro, su cuerpo lo mantiene inmóvil, inerte a pesar de las terapias que recibe.

En el año 2011, Mercedes una mujer de 36 años dio a luz a un pequeño que desafortunadamente nació con condiciones especiales, ella es madre soltera, su historia no es muy bonita, no ha tenido suerte en el amor y la mayoría de los hombres que la pretenden solo buscan pasar un buen rato y después desaparecen.

Mercedes no tiene familia, sus padres murieron y no tuvo hermanos. Sus padres le dejaron una vieja casa y por suerte no paga renta. Mercedes no tiene estudios y trabaja atendiendo tiendas de abarrotes, a finales del año 2009 conoció a Ramiro, se comienzan a tratar y ella se enamora, aunque tiene sus reservas, pero él demuestra mucha sinceridad, salen a pasear, platican mucho y se tratan por 7 meses y por fin ella baja la guardia y cae en sus redes, tienen relaciones sexuales  sin protección y ella queda embarazada cuando se lo dice a Ramiro, él le dice que cuenta con él, pero la realidad es que a los pocos días no lo vuelve a ver, ni a saber de él.

Mercedes se desespera, pero no se atreve hacer nada, por su mente ni siquiera pasa la idea de abortar, tiene unos pocos ahorros y decide enfocarse en ahorrar más para el día que dé a luz; pasan los meses y el momento del parto está próximo, Mercedes se prepara y se va al hospital público donde la atenderán y trae al mundo a su bebé.

Lamentablemente hubiera sido preferible que no fuera así, su pequeñito nace con un severo retraso mental que desde el momento de su nacimiento fue evidente cuando la enfermera lo puso en sus brazos el médico le dio la noticia, el pequeño apenas si se mueve y emite pequeños sonidos, el rostro de Mercedes se baña en lagrimas abraza y besa a su bebé con mucho amor y  ternura y tomando coraje y valor ante lo que tiene entre sus brazos, ella decide dedicarse en cuerpo y alma a su pequeño y luchar por que tenga rehabilitación y ver si de esa manera logra valerse por si mismo aunque sea un poco.

Lo lleva al DIF cuando tiene año y medio esa indicación le da su pediatra, y a partir de entonces da inicio el peregrinar de Mercedes, cada martes y jueves debe llevarlo a terapia al DIF, ella instala una tienda de abarrotes en su casa para poder estar al cuidado todo el tiempo de Chavita, cuando sale para llevarlo al DIF le pide apoyo a sus sobrinas hijas de una prima que es la única familia que le queda, pasan los años Chavita va creciendo, para Mercedes es un poco difícil llevarlo cargando cada día que le toca su terapia, por lo que tramita una silla de ruedas y su se la otorga el DIF.

Chavita ya tiene 8 años, pero su condición no es nada favorable, a pesar de las terapias no logra mover su cuerpo, es como un trapito flojo que no puede levantar ni sus brazos ni sus piernas, solo su cabeza, ninguna parte de su cuerpo, comienza la pandemia y el DIF al igual que  otras Instituciones publicar se ven en la necesidad de cerrar sus puertas por casi  dos años.

Durante ese tiempo Mercedes continúa dándole terapia, pasa el tiempo y por fin el gobierno abre las instituciones públicas y Chavita regresa a sus terapias en el DIF, solo que ya es un niño de 11 años y cuando Mercedes lo quiere llevar en su silla de ruedas y pide a los choferes de las urban que le permitan subir la silla, todos ellos le dicen que no, que la  silla estorba mucho, que tendría que pagar tres pasajes, y es tanto como pagar un taxi.

Las urban cobran 8 pesos por pasajero, y Mercedes y Chavita tiene que tomar dos para ir y dos de vuelta, lo que da un total de 64.00 pesos de pasajes cada martes y jueves, a Mercedes no le queda más remedio que llevarlo cargando, lo carga al salir de su casa, al subir a la urban, al bajar y esperar la siguiente urban.

Al llegar al DIF lo mete a las instalaciones cargando, ya dentro pide una silla de ruedas prestada para llevarlo al área de terapias, cuando sale es lo mismo, cargarlo durante el trayecto a casa, Mercedes ya es una mujer de 48 años, Chavita casi está de su tamaño le da mucho trabajo cargarlo, y cada día será más aún, pero no tiene a nadie que la pueda apoyar, le angustia pensar en el futuro de ella sabe que su columna estará dañada cuando ella tenga más edad, y  sabe que no podrá seguir cargando a su hijo, pero ahora solo puede afrontar su realidad y  esperar que el destino sea benevolente con ellos pero eso solo el tiempo lo dirá.

Esta es otra entrega de la dura realidad que viven los integrantes de la comunidad de discapacitados y su familia.

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Elena Velázquez Lobatón / Elena de Troya / Guerrero, México / Abril 24 de 2023.